Durante la marcha en París, un policía sacó su pistola y apuntó a la multitud después de que el patrullero en el que se movilizaba fuera atacado con barras de hierro por un grupo de manifestantes tras quedar atascado en el tránsito.
Miles de personas se congregaron en un centenar de localidades de Francia en una “marcha unitaria” para denunciar el “racismo sistémico, la violencia policial” y para reivindicar “justicia social y libertades públicas”, en medio de un fuerte despliegue de las fuerzas de seguridad, principalmente en la capital París.
La movilización denunciaba “una política regresiva que favorece a la extrema derecha”. Esta política “pisotea cada vez más nuestras libertades públicas, nuestro modelo social, nuestro futuro frente al colapso ecológico”, argumentaron las diversas agrupaciones convocantes en un comunicado.
Se esperaban unos 30.000 asistentes a las manifestaciones, convocadas por organizaciones de izquierda.
El Ministerio del Interior desplegó entre 130 y 150 unidades móviles de Policía en toda Francia, lo que supone unos 30.000 policías y gendarmes, además del trabajo de los servicios de inteligencia, informó la agencia de noticias Europa Press.
Durante la marcha en París, un policía sacó su pistola y apuntó a la multitud después de que el patrullero en el que se movilizaba fuera atacado con barras de hierro por un grupo de manifestantes tras quedar atascado en el tránsito.
Fuentes policiales citadas por el canal de noticias privado BFM TV dijeron que tres policías resultaron heridos, pero la información no fue confirmada oficialmente.
A la movilización adhirieron organizaciones como Amigos de la Tierra, Greenpeace, Planificación Familiar y SOS Racismo.
También recibió el respaldo de La Francia Insumisa, partido de ultraizquierda del candidato presidencial Jean-Luc Mélenchon, y de la Confederación General de Trabajadores (CGT), del Sindicato de la Magistratura y de varias organizaciones estudiantiles.
La actuación policial se encuentra en el punto de mira en Francia desde hace años y las críticas vuelven a resurgir con fuerza en cada episodio de protestas violentas o de disturbios.
Un mes y medio atrás, las autoridades francesas detuvieron a cinco policías de élite por la muerte en julio de un joven durante una ola de protestas desatadas en Francia tras la muerte de un adolescente en otro caso de abuso policial.
La muerte de Nahel M., un adolescente de 17 años, por un disparo a quemarropa de la Policía durante un control de tránsito en las afueras de París el 27 de junio generó más de una semana de disturbios nocturnos en el país.
En la noche del 1 de julio, Mohamed Bendriss, de 27 años, circulaba con su motocicleta por una zona de Marsella en la que se registraban protestas y fue encontrado sin vida frente a la casa de su madre.
Todo indicaba que se había tratado de un accidente de auto, pero la autopsia demostró que el joven había muerto por un impacto en el tórax de un proyectil de tipo “flash-ball”, compatible con una bala de goma utilizada por la Policía de Francia.
La Policía y la Gendarmería habían realizado un amplio despliegue ese día en Marsella para contener la escalada de protestas derivadas de la muerte de Nahel.